lunes, 31 de agosto de 2009

MARCO HISTORICO

Desecho sólido hospitalario es cualquier material generado en una instalación de salud a partir del momento en que se haya descartado. E instalación de salud es el nombre dado a cualquier establecimiento público o privado donde se preste atención a la salud humana o animal en prevención, tratamiento, análisis o investigación: hospitales propiamente dichos, centros y puestos de salud, laboratorios de análisis, clínicas odontológicas, clínicas veterinarias, bancos de sangre, farmacias y otros.
Estos materiales que, al igual que los desechos domésticos y otros, pueden tener repercusiones en el ambiente y la salud de las personas, pero, además, poseen la particularidad de incluir material peligroso que, dentro de las instalaciones, podrían afectar directamente la salud del personal que los genera y manipula y la de los pacientes y visitantes; y fuera de las instalaciones de salud representan riesgo sanitario para los recuperadores y para las personas de las comunidades cercanas a los vertederos. Entre los peligros que estos desechos significan para la salud están la transmisión de enfermedades infectocontagiosas como las causadas por el virus de hepatitis B y el de inmunodeficiencia humana, la generación de infecciones bacterianas por gérmenes intrahospitalarios con alto potencial de resistencia a antimicrobianos y los derivados de los efectos secundarios de fármacos vencidos.


En 1995, bajo el auspicio de la Comunidad Económica Europea y los gobiernos centroamericanos, y en el caso de Costa Rica con la participación del Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), se desarrolló un Programa Regional para el Manejo de Desechos Sólidos Hospitalarios que tomó como base un diagnóstico de situación efectuado para las capitales centroamericanas, en 1994, con la colaboración de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud. A partir de ahí se inició una fase de elaboración de propuestas de manejo de los desechos desde la generación hasta la disposición final, identificando y definiendo todos los procesos involucrados en la gestión operativa, diseñando material didáctico, estimando los requerimientos de recursos humanos y materiales necesarios, así como elaborando una estrategia de capacitación y concienciación en cascada. El proceso educativo en cascada se inició con la capacitación de formadores nacionales cuya función sería continuar con la formación de funcionarios -profesionales, técnicos y administrativos- de los centros hospitalarios y clínicas de la CCSS, a quienes se les designó formadores locales con la misión de continuar con el proceso educativo en sus centros de trabajo, conformar comités para el manejo de dsh e impulsar el diseño y puesta en ejecución del plan de manejo de desechos (véase Rojas 1999).
En la actualidad se cuenta con normas de manejo institucionales y programas específicos en cada instalación sanitaria de la CCSS, adaptados a las particularidades de cada instalación y basados en los fundamentos diseñados en el Convenio Ala 91/33, así como en las pautas internacionales para tal fin.
Respecto del diagnóstico de situación realizado en las capitales centroamericanas en 1994, éste evidenció que en un año en éstas se producía 14 millones de kg de dsh -3,7 millones en San José- y que el manejo era inadecuado en todo el proceso, en el que existía mezcla de todos los desechos sin importar tipo ni peligrosidad. Solo el 10 por ciento de los centros de salud usaban contenedores especiales para punzocortantes, no se disponía de bolsas plásticas en los basureros o éstas eran reutilizadas, no se efectuaba lavado de utensilios y los restos de alimentos no se diferenciaban según origen. También se observó que en algunos casos los desechos radioactivos no cumplían con las especificaciones internacionales, como la de restricción de acceso al área de decaimiento, que los líquidos eran vertidos sin tratamiento ni precaución y que los depósitos temporales eran inadecuados, algunas veces a la intemperie, con acceso de recuperadores y depredadores como aves de rapiña, o que estaban mal diseñados e inadecuadamente ubicados. En algunos casos el tratamiento final consistía en la incineración a cielo abierto en el mismo sitio del depósito temporal.
Para homogeneizar y estructurar los lineamientos generales se procedió a adoptar la clasificación de desechos según las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud, haciendo referencia a los símbolos que los identifican así como a los contenedores específicos para cada desecho. También se definieron los procedimientos de segregación, acumulación, transporte interno con rutas y horarios ideales, procedimientos para reducir la peligrosidad, diseño y correcta utilización del depósito temporal o centro de acopio, así como las pautas de transporte externo en relación con los requisitos que debe cumplir el medio de transporte y el personal a cargo del mismo, frecuencia de transporte, rutas y horarios, estableciéndose además los requerimientos ideales para la disposición final en el vertedero o relleno sanitario.
Los desechos que produce toda institución de salud se han de categorizar así: (1) Desechos comunes: generados principalmente por las actividades administrativas, auxiliares y generales, cuya peligrosidad es similar a la de los desechos domésticos e incluyen: papelería, envases, alimentos no expuestos a pacientes, contenedores de diversos materiales (cajas de cartón y otros). (2) Desechos sólidos hospitalarios peligrosos: todos los residuos que puedan afectar la salud humana, animal o al ambiente; son diferenciados en clases: bioinfecciosos, químicos y radioactivos. (3) Desechos especiales: no incluidos en las categorías anteriores y que por sus características como gran tamaño o difícil manipulación requieren un manejo diferente. En general, corresponden a desechos provenientes de construcción, maquinaria obsoleta, fármacos vencidos que no califican como peligrosos y contenedores presurizados (véase Capella 1998, Benavides 1993).

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